- recorte de derechos de los trabajadores.
- destrucción y precarización del mercado laboral.
- facilidades para el despido.
- contratación a la carta para las empresas.
- incremento de la arbitrariedad de las facultades empresariales en la organización del trabajo.
- y, en definitiva, lo que siempre ha sido el motivo real y no se ha dicho: abaratar la fuerza de trabajo.
Si me centro en las que se han acometido durante el pos-franquismo (cada vez me cuesta más llamar a este periodo democracia), tengo que decir que los socialistas – la «izquierda» – ha protagonizado como gobierno, o apoyado como oposición, todas… particularmente las más lesivas para los trabajadores.
Cuando ha gobernado la «derecha real» – PP – se han encontrado con que la otra derecha les había hecho el trabajo más sucio.
Ahora parece que se va a repetir la historia.
Las reformas del felipato propiciaron el «España va bien» de Ansar el Bueno, el que hablaba catalán en privado y hacía de espata dantzari en sus lunáticos ensueños pirenáicos. Luego, con la mayoría absoluta llego Ansar-Ansar o BushAnsar, como más les guste, y nos quiso dar por donde amargan los pepinos… nos quiso «envenenar», como gritaba aquella monjita en el trance de ser violada por milicianos anarquistas que pretendían elevarla a la categoría de madre.
En fin… con la Huelga General – que según Urdaci el Trolas no fue – se la tuvo que envainar tan deprisa que se pilló el escroto con la cremallera de la bragueta y todo quedó en tentativa de abuso. Aunque algo rascaron los buitres: el despido exprés.
Entre eso y lo mal que leyó el cabreo sobre la guerra de Irák, se le seco el menguado seso que sus papás le legaron y por ahí anda, soltando chorradas a golpe de talonario, eso si, que tan tonto no es como para hacerlo gratis.
Mas dejemos a Ansar-Ansar, la demostración viva de que cualquier débil mental puede ser presidente de gobierno sin que ocurra nada de particular.
Esto iba de reformas laborales…
«En el terreno político se acordó modificar las restricciones de la libertad de prensa, quedando prohibida la censura previa y dejando al poder judicial las decisiones sobre la misma; se modificó la legislación sobre secretos oficiales para permitir a la oposición el acceso a la información imprescindible para cumplir sus obligaciones parlamentarias; se aprobaron los derechos de reunión, de asociación política y la libertad de expresión mediante la propaganda, tipificando los delitos correspondientes por la violación de estos derechos; se creó el delito de tortura; se reconoció la asistencia letrada a los detenidos; se despenalizó el adulterio y el amancebamiento; se derogó la estructura del Movimiento Nacional, así como otras medidas sobre la restricción de la jurisdicción penal militar»
«En materia económica se reconoció el despido libre para un máximo del 5 por 100 de las plantillas de las empresas, el derecho de asociación sindical, el límite de incremento de salarios se fijó en el 22% (inflación prevista para 1978)»
«Los firmantes fueron finalmente Adolfo Suárez en nombre del gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo (por UCD), Felipe González (por el Partido Socialista Obrero Español), Santiago Carrillo (por el Partido Comunista de España), Enrique Tierno Galván (por el Partido Socialista Popular), Josep María Triginer (por el Partido Socialista de Cataluña), Joan Reventós (por Convergencia Socialista de Cataluña), Juan Ajuriaguerra (por el Partido Nacionalista Vasco) y Miquel Roca (por Convergència i Unió). Manuel Fraga (por Alianza Popular) no suscribió el acuerdo político, pero sí el económico.»
Lo firmó practicamente todo el parlamento.
Los lujos «democráticos», claro, los financiamos los currelas… los de siempre.
Continuará…
Salud y República